Siempre me
ha encantado llevar todo al extremo y lo he disfrutado muy bien hasta terminar
chupándome los dedos. Cuando todo se acababa sentía un placer, luego aparecía
el sentimiento de culpa y me preguntaba ¿Por qué lo hice?
“Comer de todo no es
sano” me hacía hincapié mi madre, diciéndome sutilmente que estaba comiendo
demasiado y que eso me pasaría factura y no se equivocó, de aquella época a la
actual, subí como 10 kilos, aquellos que estorban, irritan, estresan y además
de todo, incomodan y entristecen. “No quiero engordar pero quiero comer”, entre
rabietas me recriminaba, sin embargo hacer dieta o ejercicio no era lo mío,
pensaba que eso significaría morir en el intento de bajar de peso, sin embargo
estaba equivocada, ahora me río de todas las cosas que pensé sin conocer la
realidad a fondo.
Visité uno y otro
doctor, sentía que algunos me engañaban
y me consolaban por lo mal que me sentía con mi peso, hasta que llegué a la
persona indicada que me ayudó a mejorar mi estilo de vida. Entendí que dieta es
equivalente a una alimentación saludable, que consiste en dar al cuerpo los
nutrientes necesarios, sin obsesiones ni restricciones innecesarias. Mi
nutricionista me explicó la importancia
del agua y me recordó que debo moverme con más frecuencia y accedí a hacer
ejercicios y sudar rico, tanto que ahora me siento extraña cuando no lo hago.
En este punto
apareció la flexibilidad y no me refiero a algún movimiento elástico del
kamazutra, claro que no, sino más bien a
no seguir un régimen alimenticio que te prive de todo, sino de que comas de
todo pero de manera inteligente, es decir, prefiero un buen pedazo de pollo a
la brasa con ensalada, que una hamburguesa con las cremas chorreando; si por la
tarde tengo antojos puedo comer un chocolate en vez de una gaseosa; puedo
elegir un batido de frutas y sacar de mi lista un pastel con crema chantillí.
Como ves todo es cuestión de elección, porque al final del partido, estarás
satisfecho pero sin antojos innecesarios.
La alimentación saludable es un éxito, se
basa en una alimentación rica y
equilibrada, la cual mejorará
nuestra condición física y nuestro sistema inmunológico, así como incrementará
nuestra felicidad.
Además, previene gripes y resfriados: Comer
saludablemente hará que nuestro cuerpo se encuentre más sano y pueda combatir
de forma más eficiente los virus que puedan enfermarnos.
Mejora nuestro bienestar y nuestra calidad
de vida: Las
comidas rápidas o ricas en grasas saturadas (comida chatarra) suelen tener un
proceso de elaboración muy insalubre, lo cual afectará a nuestra salud a largo
plazo y supondrá un malestar en el día a día. Al contrario de la alimentación
saludable que te aporta vitalidad y ganas de desarrollar tus actividades
diarias.
Energía extra: Los alimentos
ricos en proteínas, tales como el huevo o la carne, pueden darnos mucha
energía, que nos ayudará a afrontar con más ganas y entusiasmo el día. Además,
al poseer más energía, el cuerpo nos exigirá una mayor actividad con el
objetivo de quemarla, así no solo mejoraremos nuestra alimentación, sino que
también incrementaremos el ejercicio físico.
Vivir más años: Una comida
sana bien balanceada ayudará no solo a vivir más años, sino a hacerlo mejor,
brindando calidad de vida.
Reduce el estrés: Ciertos
alimentos tienen la capacidad de moderar la producción de cortisol causante del estrés en el
organismo. En una dieta saludable algunos alimentos que contienen vitamina C como las naranjas, ácidos
omega 3 y magnesio ayudan a reducir el estrés.
Así que, si estás buscando equilibrar tu
vida, estar más activo y controlar tu peso para verte mejor y estar mejor, nada
mejor que una dieta saludable. No se trata de restringirse en comer, sino en
aprender a comer.
Aprende a comer sano y recuerda, mientras
más flexible, es mejor, porque de
vez en cuando pecar está permitido…… ¡Sexo y chocolate, por favor!