Hace años siempre me imaginé que
esta noche sería sumamente caliente, divertida e inolvidable, pero mis
expectativas fueron superadas, lo disfruté y lo volvería a hacer.
“Si hay boda, hay despedida” me
gritan un par de amigas desesperadas por una noche secreta y húmeda, en donde
indudablemente no debe faltar alcohol, música y un par de músculos semidesnudos
que alboroten nuestras hormonas. Pero, como los años no pasan en vano, los
gustos tampoco se quedan atrás, así que todo ese globo de emociones calientes
se desvanecieron porque simplemente: “NO QUIERO HOMBRES DESNUDOS BAILÁNDOME”.
Muchas de mis amigas se quedaron en
shock al tener una respuesta negativa y casi se desmayan cuando les dije que
prefería una noche más tranquila porque me estaba guardando para terminar ebria
en mi boda. Todo esto fue sorpresa para ellas, porque años atrás mis cumpleaños
tenían su esencia y hasta la torta tenía su toque caliente, por eso comprendo
que el cambio fue chocante para mis amigas y para muchos más.
Cuando observé sus rostros de
descontento, me sentí desactualizada, aburrida y vieja, pero, ¡total! ¿Quién
quiere que un striper que le ensucie de sudor en una noche que encima es
remunerada? O sea no, ya no estoy para esos trotes.
Sí, en solo dos días me caso y me
estoy despidiendo de mi tan adorada soltería, aquella que he atesorado con
cariño en todos mis años mozos, debería ser una fecha para disfrutarla al
máximo y todos piensan en desenfreno, pero no, prefiero disfrutarlo bien y eso
no implica tener un hombre desnudo encima mío y al día siguiente tener que
aguantar la resaca y la culpa por lo disfrutado.
No y no, despedirse de la soltería
tiene un significado especial, sin duda dar el sí y dar el paso tan importante
que es el matrimonio, es una decisión que merece ser celebrada.
Por eso, cada uno de estos días de
cuenta regresiva ando pensando en todo lo que dejo, pero eso no me asusta, al
contrario, ME EMOCIONA, porque sé
que esta nueva vida en la que estoy a punto de embarcarme es como es viaje tan
esperado a un lugar que desconozco, pero que de todas maneras disfrutaré y que
tiene pasaje de ida y vuelta, pero con compañía al costado, con alguien que se
supone es tu compañero, no tu dueño; es tu amor, no tu media naranja; es tu
complemento, no simplemente un decorativo; es tu esposo, ese verdadero amor que
tiene que durar toda la vida, porque no tiene fecha de caducidad.
Por eso, dejen de preguntar si en
mi despedida de soltera tendré hombres en hilo dental, porque ¡NO!, no será
así, la calentura queda atrás por estos días y prepárense para disfrutar de la
boda, que esa sí promete ser una noche especial.
Mientras tanto: “Adiós
soltería, prometo disfrutar de este
viaje para que haya valido la pena tanta felicidad contigo todo estos años”
“Si hay boda, hay despedida”
¡Claro! nos despedimos de lo bueno y nos preparamos para lo mejor…
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