Tocarlo es fascinante. Una vez que
empiezo no hay quien me detenga. A solas siempre es mejor pero con compañía, la
aventura resulta más fascinante. Sin duda, una buena lectura no le hace mal a
nadie.
Desde
niña he tenido romances con las historias ficticias que leía en los
libros que mi mamá solía guardar en la sala de la casa, desde historietas,
cuentos y novelas fantasiosas. Me
sumergía en un mundo, mi mundo ideal, empezaba a imaginarme todo lo que mis
ojos capturaban entre letras de las páginas. Con el tiempo eso no pasó de moda,
sólo que empecé a optar por otro tipo de lectura, acompañada de un café y con
distintas emociones que se tornaban de
otro color.
Con la llega de las redes sociales, el hábito
de la lectura se ha digitalizado y en algunos casos, se ha extinguido.
Mencionar la palabra libro es motivo de que cambien de conversación, se rían o
se alejen para conversar con otras personas, algunos con risa incluida
sentencian diciendo: “No me gusta leer, me parece aburrido”. No, no es broma,
lo he vivido en carne propia con mis sobrinas que viven como “zombis” en el
celular.
Es realmente increíble cómo la
literatura ha sido devaluada en estos días, en especial por los jóvenes. La
sociedad ha sufrido un cambio de 360 grados, una transformación intelectual más
fuerte que nunca. Sin embargo, son estos mismos jóvenes que empiezan a ejercer
un comportamiento desatinado en las redes sociales, resaltando su horrorosa
ortografía y con comprensión crítica por los suelos, lo más curioso es que a
ellos eso no les importa, porque simplemente son modernos y tienen onda,
prefieren seguir dando “like” a comentarios sin fundamento que solamente generan
corriente de opinión negativa frente a temas en donde su ignorancia es
protagónica.
La realidad es triste y difícil de
aceptar para aquellos que amamos los libros. Que la literatura pueda morir es
un hecho que entristece, porque por un lado un sector pide cultura de lectura,
arte y deporte, pero no hace nada para propiciarlo y por otro lado, los medios
de comunicación ofrecen lo que vende y por lo general, solamente es basura, que
ocasiona hombres y mujeres no pensantes, que con el tiempo creen saber mucho,
pero no saben nada y no hacen nada.
“Ningún libro es bueno si se lee sin
ganas”, eso siempre me decía mi mamá, quien es docente y amante de los libros
como yo. Entonces si para leer se necesita tener ganas ¿Cuál es la solución
para que los jóvenes se interesen en la lectura? Una pregunta, que espera tener
respuestas rápidas.
Quedarnos conformes con lo que nos
brinda la sociedad, los medios de comunicación y el gobierno de un país, es
quedarse con pura basura. El arte como la literatura son ejes principales para
que la juventud sea el presente del país y con ello artífices de un
futuro mejor. Necesitamos tener menos discotecas y más espacios literarios, donde
se pueda tener tertulias que incentiven
a amar la lectura.
Los niños deben tener en sus manos
libros, no celulares. Hay que dejar de entretenerlos con videos infantiles y
películas, aunque de momento parezcan útiles, no hacen nada más que acercarlos
al peligroso círculo de los ENEMIGOS DE LOS LIBROS. Los libros son una
herramienta para mejorar el estado de la juventud y su relación con positivo
con el mundo, cosa que sin duda alguna se necesita.
Aplaudo las iniciativas de algunos
artistas que vienen promoviendo el arte. No esperemos que las autoridades nos
hagan todo, cuando sabemos que en casa se forman a grandes hombres y mujeres.
Los libros representan una gran
oportunidad de conocimiento, relajación y de alejarse de realidades crueles
para sumergirse en un mundo de ideas, enseñanzas, reflexiones, ejemplos de
vida, etc. que aportan al crecimiento integral de la persona.
Sabiendo más, tendríamos una sociedad
libre de violencia, delincuencia y enfermedad. El mundo no quiere opinólogos
que critiquen eventos de aniversario, lo que se necesita son personas que
aporten con hechos el desarrollo de su sociedad.
Mientras tanto, tú, deja de criticar y
empieza a leer, es más fácil, cuesta menos y te da mucho…
¿Crees que sabes? Lee y luego opina
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