Me persigno con la mano
temblorosa, con la “piel de gallina” y con el corazón acelerado. Me
arrodillo y lloro, me seco las lágrimas y pido por ti, por mí, por
ellos, por todos.
Siguen muriendo niños por falta de
atención en los hospitales. Las calles se tiñen de sangre. El acoso sexual y la
violencia a la mujer cada vez se incrementan descaradamente. Se sigue deforestando
la selva sin piedad. La sociedad es más intolerante. El chino Fujimori
volverá a la cárcel y sin embargo la corrupción no tiene cuando acabar.
En el Perú estamos viviendo la vida
al límite, todo es inseguro. Te pueden atracar con pistola, con cuchillo o secuestrar
y hasta matar. El fraude es pan de cada día y la delincuencia llega como
delivery hasta la puerta de tu casa. Es decir: “Estamos jodidos”.
Parece que la vida no importa nada,
tomar bebidas alcohólicas sin medir las consecuencias es algo tan común, tan
común como manejar en estado de ebriedad, tan común como ocasionar un accidente
y tan común como perder la vida, todo es tan común. Las noticias negativas invaden
los medios de comunicación y todo siempre es normal. No nos horrorizamos, no
nos arrepentimos, simplemente: Seguimos sobreviviendo.
Por si fuera poco, la desconfianza se
ha multiplicado y se ha instalado en la vida. La elección del mal menor se ha
convertido en una práctica diaria y resulta casi siempre ser inevitable, un método
que nos permite subsistir, por eso cada quien suele protegerse dentro de una
burbuja. Nos volvemos ciegos, sordos y mudos.
La miseria política es la mediocridad
de la oferta política. No existe bienestar sostenible y compartido, porque la
contaminación política sigue afectando a una ciudadanía que, con
gran paradoja, la alienta o tolera.
Y en medio de la miseria política,
los ciudadanos terminamos por resignarnos y elegir al que es más regalón. No
solo estamos recargados de propaganda política sino que además de eso tenemos
que aguantar “trolls” (ayayeros de políticos) que se comportan como matones
cuando alguien simplemente no piensa como ellos. Eso es algo realmente estúpido
porque pasado el proceso electoral ya no habrá quien financie sus ataques, si
el candadito pierde se quedan sin trabajo y si gana estoy segura que no los
contratarán más que para hacer el trabajo sucio o barato.
Por fin acaba este circo electoral,
el domingo son las elecciones y tendremos los representantes que merecemos
porque son los que elegiremos. Si por mala suerte no se han decidido, es
probable que nos vayamos a segunda vuelta y tendremos una buena temporada de
ataques, insultos, audios, revanchas, dinero por aquí y dinero por allá.
Que el Señor de los Milagros se
apiade de todos nosotros, que el turrón de doña Pepa nos endulce la vida, que
el color morado de alegría a nuestra existencia…Llegó la hora y lo único que
queda decir es que: “SOLO UN MILAGRO NOS
PUEDE SALVAR”…
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