Siempre me gusto leer, desde
pequeña resaltaba las historietas, luego los cuentos, novelas fantasiosas, era
como si me sumergiera en un mundo, mi mundo “ideal”, empezaba a imaginarme todo
lo que mis ojos capturaban entre letras de las páginas. Con el tiempo eso no
pasó de moda, sólo que empecé a optar por otro tipo de lectura, acompañada de
un café y un par de cigarrillos, la emoción se tornaba de otro color.
Las veces que he mencionado a un
amigo la palabra “libro”, lo que atinaba a decir que cambie de tema, en
ocasiones se reía cínicamente y se alejaba de mi para platicar con otra
persona, o lo más común, que decía: “No me gusta leer, me parece aburrido”.
Los
intereses de los jóvenes no radican en enriquecer sus conocimientos y adquirir
cultura general, por lo contrario tienen un imán para la música, el arte,
diferentes culturas urbanas, variedad de aspectos según el pensamiento de cada joven
influenciado por los medios de comunicación. Pocos son lo que ven y entienden
la importancia que esto tiene para su crecimiento y formación integral, y los
aportes a la sociedad que podrían hacer. Son muchos los que se fijan en
actividades superficiales y poco enriquecedoras.
Los libros
representan una gran oportunidad de conocimiento, relajación y de alejarse de
realidades crueles para sumergirse en un mundo de ideas, enseñanzas, reflexiones,
ejemplos de vida, etc. que aportan al crecimiento integral de la persona.
Es realmente increíble cómo la
literatura ha sido devaluada en estos días, en especial por los jóvenes. La
sociedad ha sufrido un cambio de 360°, una transformación intelectual más
fuerte que nunca.
La verdad es triste, difícil y
duele de aceptar para aquellos que amamos los libros, que la literatura pueda
morir.
Ningún libro es bueno si se lee
sin ganas. A pesar de que los padres o centros educativos influyan en los adolescentes a leer, es una lectura sin
sentimientos, lineal, obligada. Por ello nos preguntamos: ¿Cuál es la solución
para que los jóvenes se interesen en la literatura?
Básico, generar círculos
literarios, tertulias y coloquios que puedan incentivar a amar la lectura y
traspasar fronteras sólo con leer. El arte como la literatura son ejes
principales para que la juventud sea el presente del país y con ello artífices de un futuro mejor; de esta
manera se lograría inculcar a los niños a seguir esos pasos. Si bien es cierto
que la tecnología, la internet y toda esta modernidad se ha devalorado estas acciones de interés
literario, ocasionando no sólo cerebros sin neuronas, sino también hombres no
pensantes, que con el tiempo creen saber mucho, pero no saben nada y no hacen
nada. En conclusión, quedarse conformes con lo que nos brinda la sociedad, los
medios de comunicación y el gobierno de un país, es quedarse con pura basura.
La mayoría de la actual
literatura juvenil empeora las cosas más que mejorarlas, y los jóvenes siguen
sin querer leer cosas que son buenas de verdad.
Y es entonces cuando nos preguntamos, de nuevo, por la solución. En mi muy personal opinión, lo que se debe hacer si queremos que los jóvenes estén interesados en el maravilloso mundo de la literatura, es acostumbrarlos a los libros desde pequeños. Hay que dejar de lado el entretenerlos con videos infantiles y películas, aunque de momento parezcan útiles, no hacen nada más que acercarlos al peligroso círculo de los enemigos de los libros. Los libros son una herramienta para mejorar el estado de la juventud y su relación con la literatura, cosa que, sin duda alguna, el mundo y la sociedad necesita.
Aplaudo las iniciativas de los distritos
de San Martín, Tarapoto y Morales que hoy por hoy están tomando decisiones que
valen la pena sacarse el sombrero. Básicamente me refiero a las Ferias del
libro, de arte, de literatura, dirigida con más vehemencia a los jóvenes
Sanmartinenses, quienes no son indiferentes a esta actividad de promover
cerebros pensantes, pues se puede observar que nuestros jóvenes de la Región
son jóvenes con potencial prometedor.
La
lectura es una de las aficiones más sanas, divertidas y enriquecedoras que
existen. Y para los adolescentes y jóvenes puede ser además una importantísima
fuente de aprendizaje sobre el mundo. Pero muchos padres se hacen una pregunta:
¿es posible que yo pueda aficionar a mi hija o hijo adolescente a la lectura?
La respuesta es que sí es posible. Con paciencia y tiempo se puede conseguir
casi todo, incluso que un adolescente que no lee se aficione a los libros. No
hay ninguna duda de que si ese hobbie se inculca durante la niñez, todo es
mucho más fácil pero cuando no ha sido así también se le puede poner remedio.
¿Crees que sabes? Lee y luego opina…
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