Ser hija de una maestra no es
fácil. Siempre he sentido las ausencias. Nunca pude ver a mi madre sentada
en las tribunas aplaudiendo mi actuación por el “Día de la Madre” o el “Día del
Maestro”, porque en ese momento estaba ocupada haciendo recuerdos para que
otros niños entreguen a sus padres. Apenas la conocían en mi aula, ella no
podía acudir a las juntas de padres de familia, porque justo ese día estaba
entregando libretas y tenía que comunicar los logros de sus alumnos. Me tocó
ver cómo consolaba con amor a sus estudiantes, no saben cuántas veces me
sentí mal cuando abrazaban a mi madre y le decían “mamá”. Son innumerable las noches
que me tocó verla desvelarse por hacer proyectos y fichas pedagógicas, me
quedaba dormida repitiendo: “Mamá, ven a dormir conmigo”.
Yo sé que a ella también le ha
dolido sacrificar tiempo de mi crecimiento por cumplir con su labor, con esa
vocación de maestra que la hizo y le hace feliz. Sin embargo nada se compara
con el orgullo que siento cuando en la calle las personas le agradecen todo lo
que hizo por ellos. Inflo mi pecho cuando me dicen que mi madre ha sido la
mejor maestra que les pudo haber tocado y me preguntan y me dicen cosas como:
"¿Eres hija de la maestra? Qué suerte tienes, tu mamá vale oro, fue mi
maestra y siempre le voy a estar agradecido".
Son más las satisfacciones que
las ausencias y es por ello que me indigna escuchar frases como: “¡Qué
buena vida llevan los profesores, tres meses de vacaciones!”, “Son unos vagos”.
¡Sí!, a mí como a muchos nos duele que por culpa de maestros que no tienen
vocación, que maltratan, no entran a clases, seducen a sus alumnas, etc, se
ensucie la imagen de los verdaderos educadores.
Ser profesor es una ardua
tarea, implica tener paciencia, empatía y mucho amor. Ser docente requiere
valores y vocación. El maestro marcará para siempre el futuro de sus alumnos.
Recuerdo que una vez mi profesora de quinto me dijo que las matemáticas no solo son números, sino
también una forma de ver el mundo, la vida y su evolución”; si alguna vez
recordaste momentos como éste, entonces la enseñanza valió la pena. Todo lo que
aprendemos en la escuela influirá de alguna manera en nuestra vida futura.
Mi mamá como muchos
profesores estuvieron en huelga, porque siguen vulnerando sus derechos, porque
siguen pisoteándolos y porque las cabezas de estos grupos sindicalistas
terminan llevándose la tajada más grande de la torta, mientras que el resto de
docentes ganan descuentos y aumentan horas de clases, esperando con fe que
algún día todo mejore.
Yo estoy de acuerdo que mi madre
como muchos otros maestros luchen por lo que les corresponden. Así como ella,
hay muchas personas que se han sacrificado, hay miles que tienen historias
similares. Ellos están peleando para que se les respete todo lo que han luchado,
trabajado y estudiado. Están exigiendo que el gobierno les dé su lugar, el
lugar que se merecen.
La educación va a mejorar cuando
los docentes tengan capacitaciones más frecuentes y mejores salarios, no
sólo los que están en las ciudades, sino también aquellos que están en la
zonas más apartadas y vulnerables del país. Porque el verdadero maestro es el
que enseña con pasión y vocación.
Por eso y por más… al maestro
con cariño y a la hija de la profe, también
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