“Ésta no se me escapa
aunque se opongan a mi triunfo todas las potencias infernales”, se
repetía internamente mientras la observaba. Se excitaba mientras percibía su
aroma y así su galanteo empezaba a salir a flote. Sin apartar los ojos de
ella, no pensaba en los peligros que aquella aventura ofrecía.
“El zorro pierde el pelo pero
no las mañas”. Tiene su estilo, camina por el mundo con
el dulce exacto para dejar esa miel en las flores. Es casual y entiende los
términos del contrato. La sonrisa, la nariz y los besos en cruz son su
especialidad. No es necesario explicar algo, pues la escuela de la vida le ha
enseñado a ser el maestro y no el aprendiz, claro, eso cree él.
Es relativamente fácil
distinguirlo, su aroma se percibe a kilómetros y su coqueta sonrisa, es el
radar para detectar a su próxima víctima. Tiene el trazo de un pintor mediocre
y está fijado en su rostro para ser lucido con orgullo.
No fue culpa de la china ni
de la gitana del barrio, a él le encantan las rubias, pero si son negritas son mejor y porsiacaso me
refiero a las negritas en botellas y bien heladas, para saciar la sed del
alma.
Mide lo necesario como para
destacar como un “Don Juan”, de grandes y expresivos ojos, majestuoso y
agraciado andar, de celestial y picaresca sonrisa. Es un zorro viejo que cree
tener veinte años para dar maratones de cortejo y coqueteo. Dice ser el terror
de la humanidad casada y soltera. De estos enamoradores hay un montón, así que
cuídense.
Sus aventuras ascienden en
números. En su vida existe una y varias derrotas, pero la guerra siempre sigue
en pie. El Don Juan por excelencia, es el hombre picaflor pero que por ¡GLORIA
y gracia del espíritu santo! vuelve a casa con pecho de gallo de pelea, pero de
esos gallos que pierden y se quedan desplumados y necesitan de cuidados
especiales, que sólo la mujer tan buena y religiosa le puede ofrecer en casa.
“Las negritas son más
ricas”, me decía un Don Juan empedernido que no
quiere soltar los chimpunes, yo me reía, porque aunque sabía que era cierto,
(porque soy negrita), me encantaba pensar que él no tenía idea de lo que decía,
porque nunca había probado el manjar de la piel tostada como el café.
De estos traviesos
picaflores hay muchos, algunos experimentados, otros en pleno apogeo, otros ya
jubilándose y algunos pulpines que quieren seguir con estas tácticas pasadas de
moda y digo pasadas de moda, por el simple hecho de que las mujeres han
evolucionado, ya no son las simples cabronas que esperan sentirse atendidas
como princesas.
Las mujeres de ahora buscan
su felicidad, su víctima, su amor o su simple aventura. El eterno Don Juan ya
tiene revanchas, la presa ya no cae con facilidad y ese sí es un problema,
porque algunos hombres tienen un complejo eterno de conquistadores y subestiman
la inteligencia de una mujer, quieren jugar un partido de futbol, pero en vez de pelotas, quieren hacerlo con
varias mujeres… Así que, como dice la canción de Oscar de León “Sigue
tu camino y déjame en paz”.
Para tener estilo seductor
no se necesita de manuales ni de artilugios de conquista. Hoy, “cada
oveja encuentra su pareja” y la seducción no es sólo exclusividad de
ellos, porque nosotras lo sabemos hacer mejor.
El instinto y la emoción de
la conquista están impregnados en nuestros genes y ante esto hasta Dios y el
diablo está de acuerdo en hacer lo que la mujer quiere.
El amor a lo Don Juan no es
más que una afición a la caza y eso ya no llama la atención, porque la vida
como el amor, se vive mejor si es de a dos…
¿Rubias
o Negras? Las negritas son
más ricas, si están heladitas, entran mejor pero si están calientes, que Dios
los libre… el resto es cosa de locos…
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