AKRA

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jueves, 1 de noviembre de 2018

¿Ponerse la soga al cuello?


Un verdadero peligro. Ganas de enloquecer o morir. “Se cansó de ser feliz”, “¿Estás aburrida de la vida?”, “Tan buena moza y ya quieres eso”, “Piénsalo bien, la libertad es bella”, son una de las tantas frases que torturan a una novia camino al altar. ¡Cómo joden, en serio!
Estar más de 6 años juntos, pensar que el destino los unió y no hay nadie como él. Recodarlo al escuchar canciones de amor o que se acelere tu corazón al verlo, pueden ser algunos de los motivos para decidir casarse. Si crees que estar enamorado es solo eso, entonces: NO TE CASES.
Hablemos claro, si no te cuesta madrugar para ir a verla, si no te importa recorrer 800 kilómetros para ir a darle un beso.  Si cada segundo piensas en estar a solas con ella, si crees que nadie te va querer tanto como él, o incluso si sientes que es imposible quererle más, NO TE CASES... todavía.
Decidir casarse es un paso que solo compete a la pareja de enamorados, nadie más puede refutarte o decirte qué hacer ante ese suceso. Por eso es importante saber cuándo y con quién casarse. Hace poco vi un reportaje que decía que el mejor momento para casarse no dependía de la edad, ni del tiempo, sino todo lo contrario, dependía de las cosas que dejaste de sentir. Suena ilógico, pero es cierto.
Cuando dejes de querer regalarle la luna, sino ir juntos por ella. Cuando no quieras reír o hablar, pero aun así hables, rías y  permanezcas a su lado. Cuando la rutina no sea un problema. Cuando entiendas que no es un trofeo amarlo y casarte, sino que implica un arduo trabajo cuidarlo y mantenerlo vivo. Cuando dudes, pero igual quieras hacerlo, entonces: ¡Cásate!
Entonces, para casarse no se requiere de querer hacerlo todo con él, sino de dudar, de tener miedo, de no querer hacerlo, pero al mismo tiempo hacerlo, porque con esa persona todo es más hermoso. Suena a sadomasoquismo, pero no lo es. Solo se entiende que el amor es de a dos y la opinión de un tercero sobra, porque con ese tercero no vas a destrozar la cama apasionadamente, ni vas a quedarte dormida sobre su pecho. Simple, casarse no es sinónimo de aburrirse de la vida.
Cuando sientas que es fantástico estar el uno sin el otro, pero aun así quieras estar junto a él. Entonces, no solo estarás enamorado o enamorada, sino que estarás preparada para decir ¡Sí, acepto!
“Hasta que la muerte nos separe” resulta ser la frase que genera terror en muchos hombres y mujeres. A la hora de la verdad, cuando se está a punto de enrumbarse hacia el altar, se puede sentir que el corazón sale del pecho y de inmediato aparecen unas ganas de  correr en cualquier dirección que no sea la iglesia. No es una locura, sucede y eso no está mal. Sentirlo no está mal, dudar no está mal.
Yo no me pongo la soga al cuello, la soga la utilizo para otras cosas más fascinantes en el ring de las cuatro perillas y ¿tú?


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